Crónica de la III Carrera Mercamadrid por José Luis Búrdalo

Me daba cierta cosilla no participar en alguna prueba con fines solidarios que había el domingo 7 de octubre, pero a varios conocidos que ya habían participado en alguna de las dos ediciones de la Carrera Mercamadrid, los había oído hablar bien de ella, sobre todo por el ambiente y la cantidad de productos a disposición de los corredores y acompañantes, así pues, movido por el ansia viva y por la curiosidad de correr por las instalaciones de Mercamadrid, me inscribí pocos días antes.

Varios contactos en redes sociales me empezaron a decir en los días previos que iba a flipar con el olor a pescado en determinadas zonas y, subconscientemente, a mi mente llegaron olores y sensaciones de antiguos mercados de barrio, recuerdos de niñez en los que iba a comprar en concreto a un mercado situado en los bajos del bloque de viviendas donde crecí en Leganés, recuerdos de, efectivamente, olor a pescado, recuerdos de los puestos habituales… la panadería, los yogures y sus cromos, la charcutería, el zapatero… un mercado en el que casi siempre entraba corriendo por la rampa cuesta abajo.

La realidad fue bien distinta, son otros tiempos, lo equipos de refrigeración y conservación no son lo que eran y sinceramente, creo que me estaban tomando el pelo… al menos yo no noté olor a pescado al pasar por las naves en las que supuestamente debería haberlo notado, pero como tampoco noté excesivo olor a fruta en las correspondientes (que fueron unas cuantas) … ¿será buena conservación o será que las cosas ya no huelen como antes?

El domingo, ya en Mercamadrid, lo bueno es que había sitio de sobra para aparcar y nada más bajar del coche, un aire tremendo, sensación de frío… además, el coche a la sombra, me cambié a toda velocidad y empecé a trotar en dirección a la recta de salida, en la Avenida de Madrid, de las poquitas calles que tienen nombre dentro de Mercamadrid, el resto se designan con números que están pintados en el asfalto, en la entrada de cada calle, cosas curiosas que ver en esta carrera.

Empiezo a deambular por la zona de salida, algunas fotos, mensajes con gente que se suponía estaba por allí, pero a la que no acababa de ver, muchísima gente, muchos corredores y aún más acompañantes… buscando huequecillos al sol dónde mitigar la sensación de frío y cobijarse del aire y muchísima gente haciendo cola para tomarse un café calentito.

De repente, Juan Luis me asalta, otra carrera en la que coincidimos, él y su grupo habitual, saludos, fotos, sensaciones y seguir deambulando pero faltan pocos minutos para arrancar, así que me voy colocando tras el arco de salida y por fin veo a Virginia, que esta vez viene acompañada de Ricardo (al que conocí en la Chamberí Summer Race) y Ángeles, a la que no conozco y me presenta, después, en meta, me entero que era su cumpleaños y Virginia pidió que le pusieran la clásica canción de cumpleaños de Parchís.

Me dicen que ellos van a salir más atrás de dónde me había situado, así que como no estoy seguro como me van a responder las piernas en los primeros metros tras el cross del día anterior, me tiro para atrás con ellos.

Se da el pistoletazo de salida y veo que me encuentro bien, así que empiezo a progresar y a avanzar, el recorrido es completamente plano, la estructura de calles de Mercamadrid hace que casi todos los giros sean de 90º y tras tres o cuatro giros a un lado y a otro, a los 600 mts de carrera entramos en la primera nave a atravesar y justo antes, se coloca a mi izquierda un corredor que me saluda, Miguel Ángel, me recuerda que estuvimos corriendo y charlando en el Trail de la Luna de Meco, al principio no le ubico pero más tarde ya caigo, nos deseamos suerte y se deja caer ligeramente pues me parece entenderle que iba corriendo con más gente.

Nos adentramos en la primera gran nave de Mercamadrid, precisamente la de pescados y como decía antes, no percibo olores raros ni desagradables, además, en ese momento en el que la carrera aún estaba muy apelotonada, ese paso por esa primera nave obliga a bajar el ritmo, mucha gente y limitación de espacio, atención a los corredores situados alrededor para no molestarnos y no tropezar, en ese punto me arrepiento de no haber salido más adelante, no estoy en mi sitio pero no me preocupa demasiado, el tramo interior de la nave no llega ni a 120 mts y salimos de nuevo al exterior, todavía no hemos completado el primer kilómetro, pero ya fuera, se puede progresar y buscar un espacio cómodo para correr.

Hasta el poco más del tercer kilómetro la carrera discurre por los viales exteriores de Mercamadrid, sucesión de calles planas, insulsas, giros a izquierda y derecha hasta que sobre el kilómetro 3,300 volvemos a entrar en naves, hasta el kilómetro 5,500 entramos y salimos de naves, esta vez de frutas, las atravesamos longitudinalmente, ligeramente más estrechas que la primera nave, pero la carrera ya se ha estirado y ahora no hay agobios para correr, algunos trabajadores en puestos aquí y allá que nos jalean.

En el kilómetro 6 nos encontramos una bajada con una pendiente bastante curiosa que nos lleva hasta el kilómetro 7, atravesando parcialmente una nave de carnes, poco antes, durante el recorrido por las naves de fruta, me alcanza de nuevo Miguel Ángel y vamos charlando a ratos, aunque el quinto kilómetro es el que peor se me da, noto el cansancio acumulado por el cross del sábado, la bajada del sexto kilómetro me permite marcar el mejor parcial y recuperarme, Miguel Ángel se empieza a marchar ligeramente al comienzo del séptimo kilómetro pero no lo suficiente para permitirme mantenerle como referencia y comenzar el repecho de subida que, por desconocimiento del trazado, pensaba sería por el mismo camino que de bajada, lo cual me preocupaba pues tocaría sufrir subiendo, pero no… la subida se realiza por otros viales de manera que es muy tendida, lo peor del kilómetro 7 al 8 y después falso llano, punto en el que vuelvo a emparejarme con Miguel Ángel ya hasta meta, eso sí, poco antes de llegar, tanto giro a izquierda y derecha, reconozco que estoy descolocado, miro el reloj, veo distancia recorrida y no me cuadra para nada que estemos en el noveno kilómetro, me parece que estamos en la otra punta de Mercamadrid y le digo a Miguel Ángel que estoy totalmente descolocado, me responde que giro a la derecha en el cartel rojo y encaramos meta y efectivamente, así es, giro y 100 mts a meta, apretón final y otro arco de meta más ganado para la causa.

Nos felicitamos Miguel Ángel y yo, charlamos un rato y otra cara conocida que también estaba prevista en esta carrera, Nacho, más charla, más cruce de sensaciones, de proyectos de próximas carreras, buen rollo, es lo que me engancha de este deporte, además de la parte saludable, además de ir rompiendo barreras, superando pequeños retos personales que en otra época ni me podía imaginar, encontrar por el camino gente sana, nunca rivales, siempre compañeros de zancadas.

Y tras hidratarse… al ansia viva, multitud de puntos de reparto de viandas, fruta, mucha fruta, pude comer in situ plátano, piña, sandía, salmorejo (muy rico, dos vasos), zumo (muy rico, dos vasos), café, un buen plato de paella por un euro, también había marmitako, carne en salsa, cerveza y la bolsa de la compra llena de fruta, mandarinas, naranjas, plátanos, caquis… había gente que llevaba auténticas barbaridades de carga de frutas… y es que, como somos, a lo gratis es que vamos como locos, aunque las colas sean de estar esperando un buen rato.

Volví a encontrarme con Juan Luis, con Virginia, Ricardo y Ángeles con los que rematé la faena mientras dábamos buena cuenta de la ración de paella, ¡ah! y otro Ricardo, viejo compañero de trabajo, todo un monstruo que corre de todo, asfalto, trail…

La carrera es diferente a lo habitual, el recorrido es soso, pero el ambiente no está mal.

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