El domingo 17 de marzo me lo
planteaba como un gran reto personal y “deportivo”… marcando claramente esto
último pues todo aquel que me conozca de hace años, lo de hacer deporte nunca ha
sido lo mío, aprobado raspado, niño, joven, adulto gordete, de comer mucho y
mal (bueno, esto no ha cambiado demasiado, jejeje), he corrido en épocas
esporádicas de mi vida pero desde luego, el verano de 2014 fue un punto de
inflexión.
Tal como dice mi suegro, no tengo arquitectura de corredor… pero corro, soy grande, abulto mucho, no tengo técnica, piso mal, tengo una pronación bruta, ahora con plantillas muy rígidas, corro con faja lumbar para aguantar el peso en la base de la espalda y evitar encorvarme durante la carrera, vamos, que lo tengo todo en contra… además, seguramente soy más feo que Picio y aún así, corro y me gusta mucho correr, la mezcla de sufrimiento y satisfacción que me produce es suficientemente adictiva para seguir colocándome dorsales y entrenar cuando puedo.
Un buen día pasé de los 10 kilómetros a 15 y de ahí, a media maratón, 21 kilómetros, el año pasado sume siete, lo que nunca había hecho y aunque las corra despacito, las completo con mayor o menor tesón.
No negaré que por mi cabeza ronda el MARATÓN, con mayúsculas, desde hace tiempo, a sabiendas de que será un sufrimiento extremo, que casi seguro me iré a cinco horas y que siempre me digo, algún año, algún día… aunque sea uno solo en la vida y después volver a mi zona de confort de 10 y 21 kilómetros, pero también soy consciente que no estoy preparado, me queda mucho.
Pero el 17 de marzo se me planteaba la posibilidad de hacer mi mayor distancia en una mañana sumando las dos pruebas a disputar en Alcalá de Henares, algo que ya venía mascullando desde principios de año y que acabé de concretar con amiguetes al terminar el Cross de la Universidad de Alcalá… de hecho, a dos de ellos (José Luis Priego y César Sánchez) les empezó a molar también la idea, solo que estos dos son auténticas máquinas tragakilómetros, lo que para mí es mi particular proeza, para ellos es “un día más en la oficina”.
Sin presión, la idea me gustaba pero tenía claro que si al final de la media maratón no me encontraba con un resquicio de fuerzas, no saldría en la siguiente carrera, ante todo, conservar salud y no provocarme lesión alguna.
También creo haber comentado en episodios anteriores lo mucho que significa Alcalá de Henares, me gusta correr por Alcalá, ya hace muchos años que la ciudad complutense es mi base de operaciones, bien por trabajo, haber vivido ahí o vivir muy cerca como me pasa actualmente, pero muy conectado a Alcalá… de hecho, justo en este momento paro de escribir esta crónica para bajar a Alcalá a unas gestiones y, seguiré más tarde.
Bueno, pues nada, horas después ya estoy de vuelta, tras las gestiones por Alcalá y haber pasado por muchas de las calles por las que hace días corrí… volvamos al lío. En esta ocasión, al haberme inscrito presencialmente ya tenía en mi poder los dorsales por lo que no tenía la presión de tener que ir a recogerlos, si bien es cierto que, si tenía la presión de aparcar cuanto antes, la zona centro de Alcalá no es que sea precisamente una maravilla para encontrar aparcamiento y ante la avalancha de corredores, mejor madrugar un poco, así que mi mujer e hija, que esta vez si me acompañaban, aprovecharon el madrugón para zamparse un chocolate con churros.
Alcalá de Henares lleva semanas y meses en continua obra, pero lo peor es que la Plaza de Cervantes y calles aledañas por las que tradicionalmente discurría la carrera, estaban levantadas y parecía que no estarían listas para el domingo 17… como así fue en dicha Plaza, el tradicional punto de meta (es la tercera vez que corría la Medía Maratón Cervantina) que supone entrar en la Plaza de Cervantes y dar prácticamente una vuelta, no era posible pues la zona más cercana a la Torre de Santa María estaba levantada, eso obligaba a modificar parte del final del recorrido, aunque en esencia la mayor parte se ha conservado, eso sí, algunas zonas con asfalto nuevo, casi tan nuevo que lo estrenábamos nosotros.
El recorrido de esta prueba consiste en dos vueltas de 10 kilómetros, prácticamente planos y, un añadido necesario para completar el kilómetro y pico necesario para completar la distancia de media maratón; recorrido que mezcla zonas del casco histórico con zonas de barrio puro y duro.
Durante los minutos previos, me encuentro por la Plaza con Andres Casas (nos dispersamos sin una foto), José Luis Priego y César Sánchez, Vicente Herranz… a todos los pierdo de vista entre calentamiento y despedirme de la familiar, total, que me pongo en mitad del pelotón tras el arco de salida, concentrado ya en hacer la carrera solo, cuando veo pasar a Javier García (sabía que corría, pero le había visto) por los soportales laterales, nos saludamos y nos juntamos, estaba con él Isabel Montes, compañera de Forrest Gump que afrontaba su primera media maratón.
Javi corre y corre mucho, el año pasado se apretó los 100 kilómetros de Madrid Segovia y estando como estoy en periodo de adaptación a las plantillas, tercer medio maratón de “mi nueva vida”, me veía cómodo acompañando a Isabel en su primera incursión en la distancia que tratando de seguir a Javier.
El caso es que salimos los tres juntos desde el arco situado prácticamente en la esquina de la Calle Mayor con la Plaza de Cervantes y arrancamos los primeros metros por la Calle Libreros, recién remodelada ensanchando aceras y aunque se supone que será una calle de un único sentido de circulación (hasta ahora era de doble sentido), parece que finalmente se puede convertir en una calle 100% peatonal, algo que no me parece nada mal, no es una calle larga, no trastorna el tráfico y tiene buen tirón comercial.
La Calle Libreros llega hasta la Plaza de los Cuatro Caños y se prolonga hacia la Avenida de Guadalajara (evidentemente, en dirección a dicha ciudad) y cumpliendo el primer kilómetro, ligero quiebro izquierda y derecha para enfilar la Calle Gil de Albornoz y el Camino Viejo de la Esgaravita, la verdad es que vamos cómodos, hablando los tres, en varias ocasiones le digo a Javier que si tiene que tirar que lo haga, pero en lugar de eso… se pasó toda la carrera con ganas de pincharnos en el culo con imperdibles para que apretásemos, buen tío Javi, me cae muy bien y tiene buen sentido del humor.
El segundo kilómetro se cumple justo al terminar el Camino Viejo de la Esgaravita y girando 90º a la derecha, enfilamos la Calle Ávila, un trozo que se me hace un pelín aburrido, recta de un kilómetro prácticamente sin gente si no fuese por el fotógrafo de la organización que nos esperaba al final de la calle.
Nuevo giro de 90º a la derecha y toca enfilar la Calle Cuenca y la larga Avenida de la Virgen del Val… otro kilómetro, van cuatro.
La Avenida se prolonga hacia el Paseo del Val y dejando a la izquierda la Plaza Puerta de Aguadores (también recién remodelada), nos dirigimos de nuevo al casco histórico, hacia la Calle Colegios que discurre por detrás del Parador de Alcalá de Henares, de la Capilla del Oidor, junto al antiguo edificio de los Juzgados, punto en el que alcanzamos el quinto kilómetro, avituallamiento y rodamos a una media de 5:30 min/km.
Giro a la izquierda dejando justo a la derecha el acceso posterior a la Plaza de Cervantes, para dirigirnos hacia la Calle de la Trinidad y Calle de San Julián, dejando a la derecha el Archivo Municipal y hacia la Calle Gran Canal que nos deja orientados hacia la Calle Ronda Fiscal que recorremos hasta la Glorieta de Manuel Azaña (en obras) para girando a mano derecha, otros 90º, coger la Calle de Luis Vives, sexto kilómetro, nos dirigimos a la parte de la carrera orientada hacia el oeste de la ciudad, Paseo de los Curas (con múltiples marcas en el asfalto de futuras obras) y Avenida de Reyes Católicos, zona que me es archiconocida, en la Calle Cristóbal Colón 4 viví varios años de soltería y los primeros de casado, allí pasó mi hija su primera añito, les señalo la zona a mis compañeros de travesía y al final de la Avenida, nos alcanza Andrés, que antes de salir tenía dudas si hacer solamente una vuelta… le felicito por el ritmo y le azuzo para que haga las dos vueltas, lleva buen ritmo y nosotros seguimos con el nuestro, kilómetros ocho, los tres últimos a 5:45 min/km, Javi azuza en plan “sigamos así, pero más rápido”, le digo a Isabel que “no le haga caso” que vaya a lo suyo, que piense en terminar, el caso es que ella está muy entera, Javi se le nota que va reteniendo, yo voy bien, pero queda buena parte del recorrido.
Giro a derecha (otra vez 90º), Avenida Nuestra Señora de Belén y Calle Alfonso de Alcalá, muy cerca de La Casa de Hippolytus… calles que nos llevan a “mi bestia negra” en esta carrera, la Avenida del Ejercito, pero no solo en esta carrera en 2019, también en 2018 y en 2017, ya les había contado a Javi e Isa, que es una zona en la que no entiendo bien el motivo, pero en la segunda vuelta siempre pincho… es una avenida de un kilómetros hasta la Puerta de Madrid, que nos vuelve a meter en pleno casco histórico, una avenida desangelada, amplia, paralela a la Avenida de Madrid que no sé bien que tiene, pero algo tiene y el problema es que sea lo que sea, quien realmente tiene el problema soy yo en el coco.
En 2017, tras una primera vuelta con lluvia suave, en la segunda pinché en un momento de calor tremendo, el año pasado, en 2018 el calor dominó toda la prueba en segunda vuelta volví a pinchar (con todo, ambos años estuve en dos horas y un cochino minuto), en 2019 pasamos la primera vez contándoles esto a los dos, en cierto modo, mentalizándome que este año no me pasaría.
Alcanzamos la Puerta de Madrid y entramos en casco histórico, adoquines… 9,50 kilómetros, Calle del Cardenal Cisneros y Plaza de los Santos Niños a la derecha con la Catedral Magistral de los Santos Niños e inmediatamente, entramos en la Calle Mayor, con su alineación de soportales a ambos lados, mucho más público en esta zona, estamos de nuevo en pleno centro de Alcalá de Henares, nos felicitamos y congratulamos los tres de correr en ese entorno tan maravilloso y desde aquí, invito a todo aquel que no conozca Alcalá de Henares a que se acerque, es una ciudad que se anda bien en una tarde y que merece la pena.
Pasamos bajo el arco de salida lo que significa que ya habíamos completado los primeros 10 kilómetros en unos 56 minutos y medio, tiempo y ritmo perfecto para terminar la media maratón en dos horas y un par de minutos, Isabel seguía enterísima, Javier con ganas de meternos caña y yo más o menos bien.
La segunda vuelta, es lo mismo, pero con más calor y algo más lentos… jejeje, en el kilómetro 13, al final de la calle Ávila, nos cogían José Luis Priego y César Sánchez, las medias de tiempo ya se nos fueron a seis minutos y pocos segundos a partir del kilómetro 15, el calor empezaba a apretar en la zona de la Calle Gran Canal, una vez salimos del entorno céntrico y al llegar al comienzo de la dichosa Avenida del Ejercito, la cabeza, la maldita cabeza que parece mentira, pero también corre me recordó que estábamos en “mi bestia negra”, en el punto en el los dos años anteriores había pinchado… y no se bien si fruto de cierta ansiedad, del cansancio (kilómetro 19), del calor, el caso es que se me dispararon las pulsaciones y si algo tengo claro es que no hay que jugar con fuego, bajé el pistón, paré y anduve unos 300 o 400 metros, metí un parcial de 6:41 min/km mientras bajaban las pulsaciones, otra vez, otro año cagándola en el mismo sitio, estaba cabreadísimo conmigo mismo y en ese momento veía que no correría la segunda prueba, hasta ahí había llegado, terminar la media maratón, recoger la medalla finisher y regalar el dorsal a algún corredor, es más, regalárselo a Javier que no tenía.
Javier por cierto, cuando vio que me paraba, hizo amago de retener, le indiqué que siguiera, que no me esperara que arrancaría en cuanto bajasen las pulsaciones, Javier tenía “otra misión”, Isabel se merecía que entrase con ella en su primera media maratón, me hubiese encantado haberlo hecho a mí también, pero ese punto de la carrera me la volvió a jugar.
Me he jurado este mismo año hacer un entreno un día que sea exactamente media maratón, hacer este mismo recorrido y pasar ese punto de mierda -perdón- corriendo o al trote en 19 kilómetros, pero desde luego, no andando… como bien me dijo Javi al terminar, algo me pasa ahí y no es cuestión de piernas, es solo cabeza.
Bueno, cabreo desahogado, de nuevo en la Puerta de Madrid, kilómetro 19,50… a trotar los casi dos kilómetros restantes para llegar a meta.
Al pasar de nuevo bajo el arco de salida, van algo más de 20 kilómetros acumulados (la medición y homologación de la prueba hace que haya más distancia) y toca prolongar de nuevo por la Calle Libreros y Avenida de Guadalajara (tres veces en esa misma prueba) hasta girar a la derecha en la Calle de la Encomienda y de nuevo a la derecha hacia la Calle Cruz de Guadalajara para llegar a la Calle San Diego y la Plaza San Diego, de nuevo zona adoquinada, de nuevo estamos cerca del centro de Alcalá de Henares, a la izquierda en la plaza se levanta la majestuosa fachada de la Universidad y desemboca en un lateral de la Plaza de Cervantes, por la esquina de la oficina de Correos, giro a la izquierda y apenas 20 metros para alcanzar meta… me invade un golpe de rabia y aprieto los dientes los últimos metros para esprintar ligeramente (si es que 6:10 se le puede llamar esprintar tras 21 kilómetros) y rebasar a un corredor que me pongo como último objetivo antes de meta.
Allí están esperando Javier e Isabel que han llegado un par de minutos antes. Llego en 2:04:58, a la postre, nada mal, considerando que siete días antes había hecho un minuto más en la media maratón de Aranjuez y ya me pareció un éxito tras las dos horas y cuarto del medio maratón de Getafe, 2:04:58 como tercer medio maratón de la época postplantillas, visto en frío, me sabe a gloria.
Isabel está pletórica, su primera media maratón, enhorabuena, seguro que vendrán más, aparece por allí Jesús Sepúlveda (él llegó mucho antes), fotos, fotos y más fotos… están mi mujer e hija esperando, mi mujer con el dorsal de la siguiente carrera listo y, me dice que “tiene lista de espera” si no corro para hacerse con él.
En ese momento, tras terminar, le digo que no, que no voy a correr… pero que se espere, realmente mi intención si no corría era cedérselo a Javier, antes un tío conocido, un gran tío y un colega que un desconocido.
Mi intención inicial (antes de empezar la media maratón) era no pararme, no enfriar las piernas, había un lapso de unos 45 minutos hasta el comienzo de la siguiente carrera, algo más de 5,50 kilómetros, una Legua, pero en ese momento la realidad era otra, me paré, rondábamos la zona de meta, las piernas eran de chicle y tenía calambres.
Saludo a José Rodríguez, más fotos… y ya veo a José Luis Priego y a César Sánchez listos para la siguiente carrera, a la que se suma Jorge Ramos que viene de correr Libros a la Carrea de Mapoma.
Desde hace un rato ya llevo en la mano el segundo dorsal y casi sin darme cuenta (venga si, me di cuenta) lo he colocado en la camiseta, VOY A CORRER, al menos voy a salir e intentarlo.
De camino a la salida, vamos hablando los cuatro, José Luis me dice que lo realmente complicado es hacerle entender a las piernas que tienen que volver a correr, no es lo mismo correr 5 + 5 o 10 + 5, cosas que ya he hecho, que correr 21 + 5 .
En los soportales, nos paramos un buen rato pegados al escaparate de una pastelería, las palmeras de chocolate, yema, rosquillas de Alcalá… todo tipo de dulces ricos nos invitan a que nos olvidemos del dorsal y comamos, tenemos el estómago vacío… que gran tentación.
Se da la salida y efectivamente, es insufrible, las piernas no se quieren mover, los primeros metros es una sangría de posiciones, esta segunda carrera, gratuita y de carácter muy popular tiene corredores de todo tipo, potentes, habituales, ocasionales, paseantes, familias enteras… familias con niños que me pasan a toda velocidad en la calle Libreros.
Llegamos a la Plaza de los Cuatro Caños y giramos hacía la Calle Teniente Ruíz y su prolongación del Paseo de la Alameda para llegar al Paseo del Val (otra vez) aunque agradezco que esta vez lleguemos por otras calles diferentes, algo que hablamos José Luis Priego y yo unos escasos metros que parece que recupero fuerzas y me emparejo con él… me dura poco la alegría y se marcha.
Del Paseo del Val a la Plaza Puerta de Aguadores (otra vez) para coger la Calle Azucena y girar a la izquierda en la Calle San Diego, a escasos 200 metros de la Plaza de Cervantes, dos kilómetros a trote cochinero de 6:45 min/kim, me invade la idea de dejarlo, ya he sumado casi 23,50 kilómetros, ya me he superado y estando tan cerca de la plaza, me da por pensar que también va a ser carrera a dos vueltas, coñazo máximo -perdón-, pero no, justo antes de atravesar la Plaza San Diego, giramos a la izquierda y por la Calle San Pedro y San Pablo rodeamos la Universidad y el Paraninfo por su lateral izquierdo, calle muy empedrada que conserva un sabor añejo que ha sido reflejado en más de una ocasión en la serie de televisión Cuéntame… me pica la curiosidad de completar el recorrido ya que parece que no será a dos vueltas y sigo arrastrándome.
Repetimos la zona de la Calle Colegios dejando a la derecha la zona posterior de la Plaza de Cervantes y nos dirigimos a la Calle Gran Canal (por tercera vez), kilómetros 5 a 6 y 15 a 16 de la media maratón, el sol ya castigaba y hacía calor, mis fuerzas llegan hasta ahí y en mitad del tercer kilómetro tiro del freno de mano y directamente cambio mal trotar por andar rápido.
Llegados a la Glorieta de Manuel Azaña (otra vez) giro a la derecha y tocaba el Paseo de Pastrana en dirección a la Puerta del Vado y prolongación a la Calle Empecinado, casi un kilómetro. Para colmo, el Paseo de Pastrana levantado para asfaltar, con la capa de emulsión asfáltica recién aplicada, aún líquida y con el sol apretando, un trozo de recorrido en el que hubiese mandado todo a la porra de nuevo, lo bueno es que, conociendo Alcalá de Henares, era consciente de las distancias y “ya no quedaba tanto”.
Al llegar a la Puerta del Vado vuelvo a trotar, el cuatro kilómetro ha salido a 8 minutos largos y, a trote cansino rodeamos la Catedral Magistral de los Santos Niños por la Calle Tercia, giro a la izquierda en la Calle Cardenal Cisneros, alejándonos del centro de Alcalá (¡estamos locos|, es hacia el otro lado) para rodear la manzana y volver a aparecer al comienzo de la Calle Mayor, en este rodeo, toca andar de nuevo unos metros para intentar trotar toda la Calle Mayor y entrar en meta con cierta dignidad.
Al finalizar la Calle Mayor y girar a la derecha en la Plaza de Cervantes, con el arco de meta a la vista, el mismo arco de meta que había cruzado al final de la media maratón, a escasos 100 metros, me doy cuenta que estoy llorando y que entro en meta destrozado y llorando sin consuelo.
Mi mujer y mi hija están de nuevo ahí, mi mujer se preocupa y me pregunta si lloro por dolor, por emoción, le hago una señal de que es por emoción… no puedo hablar, estoy seco, vacío, no tengo fuerzas y lloro al tiempo que noto los pelos de punta en los antebrazos, lo he hecho, he cerrado la mañana con 26,77 kilómetros, la segunda carrera ha sido un desastre a 7:26 min/km pero me da igual, acababa de hacer mi máxima distancia en una mañana, mi particular “tirada larga”… y al mismo tiempo era muy consciente de que me falta mucho camino y entrenamiento para tratar de acometer un maratón con ciertas garantías, pero señoras y señores, mi primera burrada 2019 estaba hecha, 26,77 kilómetros que ya no me los quita nadie.
Por la tarde, casi no podía andar pese a haber tenido unos minutos las piernas metidas en agua fría antes de ducharme tras la carrera, al día siguiente me duraban las agujetas… y al siguiente, y buena parte de la semana, medio maratón en Aranjuez y siete días después más de 26 kilómetros en Alcalá de Henares, estos 26,77 kilómetros YA NO ME LOS QUITA NADIE y la emoción y sensaciones, tampoco.
Como nos gusta sufrir.