Crónica de la Carrera de Rivas por Aventuraspapirunner

Un buen entreno de domingo mañanero. 5 y 10 km de Rivas.

El fin de semana del 27 y 28 de Octubre había innumerables carreras. El año pasado me atreví con el Medio Maratón del Valle de Samburiel en Cerceda (se celebraba el 27) y mi idea original era volver a participar, pero entre unas cosas y otras se me pasó el plazo. Luego lo ampliaron, pensé esta vez no se me escapa, pero ante el aviso de la llegada una ola de frío polar, de nieves y lluvias… pues francamente, me entró miedo. Digo piso mal, o me resbalo con una roca y ¡¡a tomar viento!! Que al final, para mí, esto es un hobby, no vivo de ello.

También estaba la Maratón de Alcalá con sus diversas modalidades, media por relevos y 10 kilómetros. Con todo lo vivido, una maratón ni me la planteaba (no me he preparado ni física ni mentalmente), los relevos…como lo pensé tardíamente pues no encontré pareja (o se habían apuntado a otras, o no iban a correr…o vaya usted a saber, que iba a ser que no). Estaba la Renault…pero otra vez habría que ir a Madrid, madrugar…no me sentía inspirado.

Así que, de nuevo, casi por casualidad, y sin querer, hallé esta carrera que desconocía y, obviamente, no entraba en mis planes. Me apunté el último día posible y prácticamente en las últimas horas antes del cierre de inscripciones. A favor: me pillaba muy cerca de casa (unos diez minutos en coche), al ser un 10K (también existía la posibilidad de 5 kilómetros para los que se sienten más cómod@s con esa distancia o aún no se atreven a más) no me llevaría mucho regresar (si comenzaba a las 9, a las 10.30 podría estar en casa) y el precio era asequible (últimamente muchas se suben a la parra en cuanto a tarifas…y con eso de inscribirse temprano que luego cambian… te dan un buen palo que hay que ir seleccionando qué se corre y qué no). Todo pintaba muy bien, por lo que al final elegí esta opción.

Por una serie de circunstancias (cambio horarios, niños que se despiertan antes de lo que debían) al final salí con la hora justa (la recogida del dorsal era esa misma mañana pero la salida distaba prácticamente un kilómetro y eso me preocupaba).

Serían las 8.30 cuando estacioné en el aparcamiento del Polideportivo Cerro del Telégrafo. Efectivamente, hacía un frío del carajo (me temo que bragas, guantes, camisetas térmicas y demás volverán a ser compañeros de fatiga), y entre castañeteo de dientes y tiritones me dirigí a las carpas donde se recogían los dorsales y descubrí que eran dos colas de considerable longitud. Miré el reloj preocupado por la lentitud de las mismas. Cuando finalmente lo tuve en mis manos (allí mismo ya repartieron la camiseta conmemorativa) me tocó salir a paso raudo de nuevo al coche para cambiarme y, de nuevo, ya sí a la carrera, en búsqueda de la salida.

En eso estaba, persiguiendo al resto de corredores tan tardones como yo, siguiendo las indicaciones, cuando constaté dos cosas: que con la tontería me estaba dando un buen calentón, y que totalmente llana no iba a ser. A falta de un par de minutos llegué a la misma y, aun así, me dio tiempo a pedir que me hicieran foto recuerdo conmemorativa y a charlar agradablemente con otro corredor. En ésas me hallaba cuando sonó una bocina que indicaba el inicio de carrera. Apreté el botón de encendido del reloj y me dispuse a averiguar qué aventura me iba a deparar esa carrera.

El primer kilómetro era bastante favorable (giro a la derecha nada más salir y luego una bajada pronunciada con un giro a la derecha al final y luego un falso llano con tendencia ascendente). Mi reloj lo marcó a 4:16 (de los más rápidos que recuerdo haber hecho), aunque constaté una diferencia entre la señalización de la carrera por parte de la organización y lo que mostraba cada kilómetro mi Garmin antediluviano. Luego se iniciaba lo que a mi parecer era la parte más dura de la carrera, consistente en el segundo kilómetro e inicio del tercero (y que malditamente coincidió con el trecho que me vi obligado a subir a ritmo vivo para arribar antes del bocinazo inicial). Parciales de 4:39 y 4:52 para esos kilómetros.

El terreno perteneciente desde los kilómetros tres al siete era de continua bajada pero con una suave pendiente y matizado con tramos llanos, muy favorables para ir marcando buenos tiempos. Me sorprendí siendo capaz de marcar unos tiempos muy buenos para lo que estoy acostumbrado a tenor de las circunstancias (4:40, 4:46, 4:41 y 4:37). El avituallamiento, correcto (botellita de agua sin tapón) y muy poca gente animando para mi gusto (entre las horas, el frío… bastante comprensible).

Pero, a partir del kilómetro 7, y durante un kilómetro, la carretera volvió a izarse, sin grandes rampas ni pendientes, pero de manera continua, y confieso, que por inadecuada preparación, por el esfuerzo previo de la salida, o Je ne sais pas que se me atragantó haciéndoseme eterno esos dichosos mil metros. El saldo a pagar: una marca de 5:05 y el bajón correspondiente.

Quedaban dos kilómetros y la carretera se había allanado (o eso me parecía a mí). Intentando mantener un ritmo que me fuera llevadero, y no prestando atención a los corredores que me adelantaran ni cebándome en los que fueran por delante) aguanté lo mejor que supe y pude, y cuando el pitido del reloj volvió a sonar, dubitativo, miré. 4:55. No era gran cosa, pero mejor que el anterior. Más animado, me dispuse a afrontar el último kilómetro (o los últimos metros; era oficial, mi Garmin y el marcaje oficial no se llevaban bien y cada uno iba por su lado). Éste consistía en una ligera bajada para finalizar la carrera dando una vuelta y media en la pista de atletismo (3:41 y, según mis controles, distancia total de 9.80 km para una marca de 46:13). Siguiendo la tónica de la carrera, tampoco se visualizaba mucha animación desde la grada (poca gente, mucho asiento vacío), aunque el speaker y la música hacían lo que podían por amenizar la carrera.

La bolsa del corredor no era gran cosa: una botella de agua, una bebida isotónica y un zumo. Ofrecían manzanas, pero la rechacé dado que no es una fruta que me siente bien. Volví a solicitar que me hicieran otra foto recuerdo, ya sudado y demacrado, y sin no saber qué más hacer, marché al coche para ponerme ropa seca y regresar a casa para continuar aprovechando el domingo (además, por la tarde, era “el clásico”).

Digamos que es una carrera correcta, buena para tomársela como un entrenamiento exigente de domingo mañanero. Recorrido llevadero y asequible para cualquier participante en las dos opciones, por grandes calzadas, pero sin grandes paisajes ni animación durante la misma. Camiseta y bolsa justas y normalitas, precio no muy excesivo comparadas con otras. En mi opinión, carrera que se puede realizar si no puedes otras opciones o no te quieres complicar mucho en desplazamientos y demás (sobre todo si vives cerca).

Aventuras y desventuras de un papi runner – https://aventuraspapirunner.wordpress.com/

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