EDP ROCK´N´ROLL ½ MARATÓN MADRID por José Luis Búrdalo

Aunque otros compañeros hayan escrito sobre la carrera, Álvaro y Jorge lo han hecho como maratonianos, yo viví la prueba un año más como medio maratoniano… y van cuatro.

Ya lo conté en mis redes sociales en varias ocasiones, podría haber sido la quinta participación, pero en 2017 una rotura de costilla 72 horas antes de la salida truncó la participación y en 2018 tocó desquitarse y corre con los dos dorsales para dignificar el de 2017.

2019 se planteaba también especial, Pepe Bordés acometía su primer medio maratón y le prometí ejercer más que nunca de Mapoma Runner y acompañarle durante la carrera, pasara lo que pasara y tardáramos lo que tardáramos, ¡OJO SPOILER!, terminó la carrera.

Casi voy a hablar más de Pepe en esta crónica que de la carrera en sí, pero bueno, el 27 de abril, él era el protagonista.

Un par de meses antes hemos hecho entrenamientos puntuales, prácticamente uno por semana, bajando revoluciones, haciendo correr a Pepe más cerca de 6 que de 5:30 min/km, metiéndole en la cabeza que hay que llegar más lejos, aunque no sea más rápido y, que de nada sirve llegar rápido a mitad de carrera y sufrir la otra mitad… poco a poco, haciéndole entender que no es lo mismo correr 10 kilómetros, que nos los hacemos con la gorra, que 21 kilómetros… y a lo tonto, esto me lo tengo que ir grabando también yo si algún día quiero hacer un maratón, uno, tal vez solo uno en la vida, pero uno…

Un par de semanas antes de la carrera Pepe ya había hecho 20 kilómetros en la Casa de Campo, tapia y pico… ese día ya estaba preparado, la única variable e incertidumbre posible era su cabeza y los nervios.

Tenía claro que iba a poder con la carrera, perfectamente podía haberla hecho él solo, pero recordaba mi primer medio maratón, en 2015 y la verdad es que correr solo es muy ingrato, a poquito que uno pueda correr con alguien e ir intercambiando impresiones, charlar un poco, los kilómetros pasan mejor y, como decía antes, no es lo mismo 10 que 21 kilómetros, si el maratón tiene su muro en el kilómetro 30, el medio maratón posiblemente tenga un tabiquillo de pladur en el kilómetro 15 que, para colmo con el cambio de recorrido desde el año pasado por no poder terminar en El Retiro, coincide con el último repecho potente de la carrera, la Calle de Velázquez, así que aun sabiendo que lo haría, estaría ahí para empujar ese tabique.

Debo confesar que la última semana tuve algo de presión propia, hasta ese momento estaba muy tranquilo, iba a salir sin presión alguna, sin objetivo de tiempo, sencillamente iba a salir a terminar con Pepe, pero la cabeza también corre y esa última semana empecé a pensar que tal vez yo pudiera fallar en la carrera y destrozarle a Pepe su primera participación, de hecho, el año pasado tuve que andar un poco en la Calle de O´Donnell pero no por agotamiento, un patinador sin querer me dio con el patín en el tobillo izquierdo en Plaza de Castilla y ya en O´Donnell tuve que relajar un poco… pero bien cierto es que desde principios de año en esta nueva época post plantillas, el único medio maratón que había terminado sin tener que parar y andar unos metros había sido el Movistar, tres semanas antes… así que sí, tenía algo de inquietud y preocupación por si acaso era yo el que pinchaba.

Con motivo de las Elecciones Generales del 28 de abril, las carreras se tuvieron que adelantar al sábado 27 de abril… aunque en las medallas figura la fecha del 28 (una rareza que las hará piezas de colección) estaba claro que ya estaban fabricadas o en proceso cuando se anunció la fecha de los comicios.

Correr el mismo fin de semana, el sábado, era la solución más lógica, es evidente que siempre habría gente perjudicada, pero pensando en todos los corredores que vendrían de fuera (otras ciudades, otras provincias, otros países), con viajes y estancias contratadas, el 27 de abril era lo mejor de lo peor.

Ello obligó también a modificar y adelantar un día la Feria del Corredor. Todo aquel que conozca esta carrera sabrá del despliegue de la Feria, desde entrar y buscar tu nombre en el inmenso muro, hasta buscar artículos y accesorios variados que siempre se consiguen a mejor precio, pasando por supuesto por la recogida del dorsal y camiseta, el postureo, encontrarse con gente por allí, etc.

El viernes en la Feria había quedado con Pepe, Javier Sevilla estuvo poco antes y no le pude ver… pero además de con Pepe, pude pasar un rato con Jesús, Alex, Hilario y Daniel (el calvo que corre).

El sábado tocaba madrugar, al ser día laborable tenía estudiado hasta donde llegar con el coche para que no se quedase encerrado en el recorrido, aunque iba a tirarme un buen rato, pues tras la carrera iríamos al punto de animación de Forrest Gump en el kilómetro 40, por si acaso, no quería dejar el coche dentro del recorrido.

Aparqué en la zona de Ventas y por un momento dudé si acercarme hasta la salida andando a buen ritmo (total, bajar la calle de Alcalá) o finalmente hacer lo que hice, no arriesgar a llegar justo (por el ropero) y cogí el metro.

Cuando llegué a Rubén Darío todavía tenía que bajar hasta Colón, inicialmente había quedado allí con Eduardo (Mapoma Ambassador), con Pepe, Ismael y Carlos… a Eduardo no le vi.

Al salir del metro me encontré con la salida de la carrera de 10 kilómetros y tocó otro poco de agobio hasta que miré el reloj y recordé que salían bastante antes y que además, como la salida de maratón y medio maratón se hacía por oleadas, nosotros salíamos del final, había margen… mi mayor preocupación era el ropero y la verdad es que fue todo un alivio llegar y dejar la bolsa con la ropa de cambio tardando menos de dos o tres minutos, algo que habla muy bien de la organización, al menos cuando estuve ahí, en ninguna de las diversas colas… había cola.

De vuelta a Colón, de repente me saluda Cristina Muñoz, a la que conocía virtualmente y que también corría su primera media maratón y con una motivación y dedicación muy potente (su hermano), lo mismo que Javier Sevilla, también se estrenaba en la distancia aunque la salida no le conseguimos ver, él salía en posición más adelantada y yo me bajé dos cajones de salida para empezar con Pepe.

El caso es que aquella promesa inicial a Pepe, con el paso de las semanas y meses acabó resultando una escolta y un grupo bastante majo que saldríamos juntos, pues a Cristina ya le había dicho que si nos veía, que se arrimase.

En el ajetreo de ir y venir de corredores, muchas caras conocidas, José Luis Priego, César Sánchez, María Caballero, José Legarreta, José Luis Basalo, Susana García, Jesús Juárez, Raul, Javi, el comando Móstoles (Ángel, Cristina, Leticia), María y gente de Egoísmo Positivo, Yolanda, Sonsoles, Carolina, Paula… y así un largo etcétera.

Muchas fotos, mucho saludar y por suerte, creo que eso ayudaba a que Pepe templara los nervios, se pone muy nervioso en las salidas.

Comenzaron las diferentes tandas de salidas, diferentes oleadas y poco a poco empezamos a caminar hacia el arco de salida, como siempre, sus buenos metros hasta alcanzarlo… y las vallas laterales del Paseo de la Castellana abarrotadas de sudaderas y demás prendas que la gente de va dejando ahí… siempre pienso lo mismo ¿para que abrigarse tanto antes de correr y perder prendas que dejas tiradas?, usa una bolsa grande de basura… desde luego, cualquiera que pasase por ahí con un saco podía recoger una buena cantidad de ropa que donar o vender de segunda mano.

Tocaba subir el Paseo de la Castellana un domingo más, perdón… un sábado, jejeje, cinco kilómetros más que conocidos, por suerte, al no salir tan abajo como en otras carreras, que se sale de Recoletos y, salir como salimos un poco por debajo de Rubén Darío, hace que Plaza de Castilla esté a “solo” cuatro kilómetros y que lo más duro de la subida de la Castellana se haga saliendo fresco.

Una vez empezamos a correr, perdí toda presión y preocupación, me centré en mantener un ritmo más o menos constante, mi idea pasaba por subir el Paseo de la Castellana de manera más o menos cómoda, sin forzar, si bajar de 5:40 min/km para no pagarlo más adelante y la verdad, subimos muy cómodos, los cinco primeros kilómetros a una media de 6:03 min/km, el ritmo que le había metido en la cabeza a Pepe para aguantar los 21 kilómetros.

Salimos juntos seis, Pepe, Ismael, Carlos, Cristina, Óscar y yo. Óscar, que iba a maratón y llevaba un ritmo algo más tranquilo, lógicamente empezó a quedarse poco a poco y dejamos “en buenas manos” a Cristina con él.

Llegando a Plaza de Castilla (kilómetro 4), uno de los puntos más complicados de la carrera, pues desde ahí, hasta el giro a la izquierda al pie de las cuatro torres, el recorrido se hacer por el lateral del Paseo de la Castellana y se estrecha muchísimo y pese a las salidas en oleadas, coincidimos los corredores de maratón y medio maratón, después, cruzando por encima de la prolongación del Paseo de la Castellana, nuevo giro a la izquierda y otro kilómetro por el lateral contrario para encaminarnos de nuevo hacia Plaza de Castilla en dirección a la Calle de Bravo Murillo… allí, en Plaza Castilla, escenario y música en directo, sonaba The Look (Roxette), una de mis referencias musicales juveniles… cuando escuchaba aquella música en su tiempo, mi yo pasado no imaginaba que su yo futuro estaría en 2019 corriendo carreras como un loco.

Avituallamiento y arrancamos a bajar Bravo Murillo, la calle permite mayor amplitud que los dos embudos laterales de la Castellana y podemos correr con más soltura, el perfil se hace más favorable y eso se nota en los tiempos, teníamos por delante cerca de cuatro kilómetros que salieron a una media de 5:39 min/km, prácticamente hasta alcanzar el paso de Raimundo Fernández Villaverde sobre el Paseo de la Castellana.

Bajando Bravo Murillo, Carlos, Ismael y yo intercambiábamos cháchara y me fijaba en Pepe, concentrado, callado, alguna mueca para para reír alguna gracia, pero para lo que es él, no decía mucho.

Una vez alcanzamos la Glorieta de Cuatro Caminos, giro a la izquierda tocaba encarar la Calle de Raimundo Fernández Villaverde y su prolongación una vez rebasado el paso elevado sobre el Paseo de la Castellana, la Calle de Joaquín Costa.

Nuevo avituallamiento antes de dicho paso elevado, la verdad es que al llevar un ritmo cómodo, me di cuenta que llevaba prácticamente llena la botella de agua del primera avituallamiento por lo que bebí un poco de la primera y cogí la segunda pensando en estirarla lo máximo posible o guardar una para el final (vino bien, la verdad).

El décimo kilómetro penalizamos ligeramente, 6:02 min/km y recuperamos hasta el kilómetro 15 ritmo constante medio de 5:50 min/km.

Al poco de pasar el kilómetro 10, nuevo embudo (el último) en el lateral de la Calle de Joaquín Costa para seguir por el lateral derecho en sentido descendente en dirección la Plaza de la República Argentina, este embudo evita el paso inferior pero la anchura disponible se estrecha mucho y hubo un momento que en los cuatro nos desperdigamos, una vez la calzada volvió a recuperar metros de anchura, hubo que serpentear un poco para volver a agruparnos.

Bajada de Joaquín Costa hasta la Plaza de Manuel Becerra y seguimos por la Calle del Doctor Esquerdo… si bien ya se sabe como es Madrid, lo mismo que sucede en Bravo Murillo, por ejemplo, o en Príncipe de Vergara, que pese a acumular perfiles descendentes, cada x manzanas hay un repecho que te recuerda que Madrid es una sucesión de toboganes.

En Doctor Esquerdo, entre el cruce con la Calle Goya y la Casa de la Moneda, alcanzamos a Isabel Montes y otra compañera Forrest (que me perdone que no la tengo fichada), nos saludamos y charlamos unos minutillos, Isabel ya había experimentado su primer medio maratón en Alcalá de Henares en marzo junto con Javier García y ahora repetía experiencia en Madrid.

Llegados al giro a la derecha para encarar la Calle de O´donnell, pese a que tiene un perfil levemente ascendente, empecé a prevenir a Pepe de que llegaba el último repecho, llegaba la Calle de Velázquez y tocaba ser un poco conservador, dentro de los 5:50 antes mencionados, los kilómetros 14 y 15 fueron los más lentos, más próximos a 6:00 que a 5:50.

Poco antes del giro a la derecha en la Avenida de Menéndez Pelayo, casi tocando el Retiro, Ismael nos alerta de que un poco más adelante van José Luis Priego y César Sánchez (ellos iban a maratón, otro rollo, otra pasta)… justo al girar los pasamos cuanto ambos se pararon a saludar a conocidos.

Menéndez Pelayo, giro a izquierda en la calle Goya (perfil algo descendente, sombra y un respiro) para marcar justamente el kilómetro 15 en el giro a derecha de la Calle de Velázquez.

Un kilómetro y medio de subida con 15 kilómetros en las piernas… el tabique del medio maratón por hacer la comparación con el muro del maratón, más o menos tienen su relación, 2/3 partes de la prueba completada, la cabeza empieza a pensar cosas raras tales como “que haces aquí”, “no puedes con esto”, “para y vete a casa”… y para colmo, si coincide con perfil ascendente, puede ser la puntilla máxime si es la primera vez que afrontas la distancia, Carlos e Ismael seguían a ritmo constante pero era el primer momento en que debía acodarme de mi promesa, miraron hacía atrás y “les di mi bendición para que tirasen”, llegados al avituallamiento me sucedió algo parecido al anterior, al ir a un ritmo cómodo no había necesitado beber por lo que tiré de la segunda botella y conservé cerrada la tercera.

Recuerdo que ya estando solos Pepe y yo, a mitad de Velázquez me preguntaba cuanto quedaba para el giro y le señalaba la inmensa maraña de corredores que llenaban la calle y que no se veía todavía a nadie girando… fue un momento complicado, el kilómetro 16 se nos fue a 6:40 min/km pero daba igual, había que llegar tardásemos lo que tardásemos.

Giro a la izquierda en la Calle María de Molina, por fin se terminaba Velázquez, el perfil se relajaba y bajamos para girar a la izquierda de nuevo y encarar la Calle de Serrano… lo mismo que otras mencionadas antes, perfil acumulado descendente, pero tiene sus repechos, por ejemplo, el que hay justo antes de alcanzar la Embajada de Estados Unidos.

Bajamos Serrano a 5:57 min/km, hasta alcanzar el kilómetro 19, prácticamente a la altura de la Puerta de Alcalá.

A mitad de la Calle Serrano, a la altura del kilómetro 17,300 se desvían los recorridos del maratón y del medio maratón, los valientes de maratón giran hacia la derecha, en dirección al Paseo de Eduardo Dato mientras nosotros seguimos por Serrano.

Es otro momento emocionante de la carrera, los unos a los otros nos jaleamos y animamos, pelos de punta… pero a nosotros nos quedan cuatro kilómetros y a ellos 25, ni punto de comparación.

Y llegados a ese punto cuatro participaciones, cuatro años pensando “algún día”, “al menos una vez en la vida” seré yo quien tome ese desvío.

Mi sorpresa vino en el kilómetro 18, tras poca conversación y mucha concentración por parte de Pepe me suelta “éste es mi muro” y le miro sorprendido… ¿kilómetro 18?, venga ya, si dos semanas antes se había hecho 20 kilómetros entrenando en la Casa de Campo… y me señala la cabeza, que su muro está ahí, en la cabeza en el kilómetro 18.

Ostras, no me lo esperaba, en ese momento estaba tranquilo, una vez superado Velázquez, despacito, con buena letra y cerca de los 5:55 pensé que ya lo teníamos hecho y sencillamente bajaríamos hasta Atocha sin darnos cuenta, si hubiese tenido que apostar dónde estaría el momento malo, hubiese apostado que ya lo habíamos pasado y casi que lo teníamos aún por delante.

Empecé a hablar, a decirle que se olvidase de muros y chorradas que habiendo llegado hasta ahí, quedaba recorrido sencillo, le señalaba gente que se paraba mientras nosotros seguíamos trotando, que eso significaba que estábamos mejor y podríamos aguantar, que pensase en la medalla finisher, en la emoción de completar el primer medio maratón y así hablando y hablando (yo… Pepe casi no decía nada) alcanzamos a María del Pozo, todo energía y siempre con una gran sonrisa dibujada en su cara, nos saludamos y me recordó que nos encontraríamos como ya lo hicimos en la Media de Getafe.

Fuimos charlando prácticamente hasta llegar al final de la Calle Serrano, kilómetro 19 y nos cogió unos metros al comienzo de la Calle de Alfonso XII, todo bajada hasta Atocha, entre los ánimos, la charla con María, contarle a Pepe que antiguamente eso era de subida kilómetro 19 para entrar al Retiro y tal, de nuevo pensaba que ya lo teníamos hecho y al poco de empezar a bajar Alfonso XII me dice que tiene que parar, que se nota flojo, bajada de azúcar… por suerte conservaba la tercera botella de avituallamiento y se la cedí, de nuevo cumplí mi promesa, no paramos pero andamos unos metros, escasos 100 metros, el kilómetro 20 salió a 6:25 min/km, prácticamente a la altura del final del Retiro, a la altura de la Puerta del Ángel Caído y la Cuesta de Claudio Moyano, ahí le pregunté si se veía bien para volver a trotar suave, solo quedaba girar hacia el Paseo de la Infanta Isabel y subir el Paseo del Prado.

Afirmó con la cabeza y retomamos el trote, curiosamente y seguramente, el descanso le vino bien y la cercanía de meta hizo que el kilómetro 21 saliese a 5:46 min/km y prácticamente enfilando el Paseo del Prado volvemos a alcanzar a María aunque ella va algo más fuerte y llegará a meta unos metros por delante.

Salta el kilómetro 21 y como siempre, cosas de las homologaciones y mediciones, todavía quedaba casi 400 metros, distancia oficial 21,097 kilómetros, recorrida según gps 21,36 kilómetros, Pepe me pregunta cuanto falta y le recuerdo que eso ya lo hemos subido en la 15 km Metlife, que la meta la tenemos cerca, poco antes del giro en aquella carrera en Neptuno.

Efectivamente, a la altura del Museo del Prado, alfombra roja, zona de meta y a nuestra izquierda durante todo el recorrido del Paseo del Prado corredores de maratón que llegan… corredores de maratón que completaban la prueba en poco más de dos horas y media, así que estábamos a la par con buena parte de lo más granado de la distancia reina.

Prometí no esprintar a Pepe y acorté la última zancada para que entrase delante en meta.

Enhorabuena, abrazos, María nos esperaba, fotos para el recuerdo y Pepe que se encontraba un poco mareado, con algún escalofrío, mezcla de tal vez algo de deshidratación, bajada de tensión, de azúcar y la emoción del momento… un par de minutos de tomar aire y asimilar y ya se encontraba mejor, mientras yo charlaba de nuevo con María, me contaba con gran pasión cuanto le gusta su trabajo, lo dicho, pura energía.

Siguiente parada, LA MEDALLA con mayúsculas, las medallas de esta carrera son increíbles, grandes, pesadas, bonitas a rabiar y justo cuando tropezamos con David Rumbao, le pregunto en que línea de medallas está Naiara (Mapoma Ambassador, ejerciendo de voluntaria tras haber corrido los 10 kilómetros), me lo indica y allí están Isabel Baratas (que me cuelga la medalla) y Naiara que hace lo propio con Pepe, nos saludamos todos, breve intercambio de impresiones y a seguir hacia adelante que había que dejar paso a la marea de corredores que todavía seguían llegamos.

Tiempo final, pese a que no fuese lo importante, 2:07:24.

Una vez pasados por el ropero y reponiendo líquidos, fue momento de emoción, Pepe había completado su primer medio maratón y es algo que va a recordad toda la vida, empezamos a volver a ver caras conocidas, Carlos, Ismael, Hilario, Javier (también con su primer medio maratón en el bolsillo), Mario, Isabel, Cristina que llegó poco después y que nos confirmó que Óscar fue liebre y apoyo hasta el desvió del maratón… ella también atesoraba ya su primer medio maratón… en fin, una gran mañana la verdad.

Ya más relajados nos despedimos de Carlos e Ismael, Pepe y yo nos dirigimos hasta la Glorieta de Embajadores, zona en la que los chicos de Forrest Gump Team tenían asignado punto de animación, en el kilómetro 40 del maratón, así que para allá que nos fuimos un rato para animar a los valientes maratonianos, ver a unos cuantos conocidos pasar que iban muy cerca de las tres horas de carrera comprobar que el derroche de energía que tenían ahí montado los Forrest, a la postre, les hizo ganadores del premio en metálico que se otorga al mejor grupo de animación y que donaron a la investigación del cáncer infantil.

Pero ahí no acaba el evento global como tal… ya pasado un rato, tocaba volver a recoger el coche y camino de casa, ducha, siesta… todavía quedaba la final entre las tres bandas finalistas en el concurso de bandas de rock paralelo que se celebra entre las diversas bandas que amenizan el recorrido de las tres distancias, por la noche, en la Sala Joy Eslava de Madrid, allí pudimos disfrutar un ratillo de un poco de rock en directo y de nuevo charlar y revivir las mejores jugadas con los runners allí presentes.

Yo no bailo y, aquel que diga que todo es ponerse, no sabe que conmigo va a picar piedra a base de bien y no logrará nada… pero la verdad es que se notaban las agujetas y sobre todo en los maratonianos, cero baile… pero un buen rato y, uno de los grupos ganadores (primer premio compartido) con labia y gracejo, como que nos vendió dos de sus discos a mi mujer y a mí.

En resumen, el 27 de abril fue un día para recordar… pero a las alturas que escribo esta extensa crónica, mi cabeza ya piensa en el 26 de abril de 2020.

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